Ojalá alguna vez sientas la necesidad de que todos callen para siempre, que caigan sus espadas y sus togas; y que solo la voz del silencio clame a gritos en la inmensidad de una paz que únicamente te dé la naturaleza.
Quizá te llegue ese momento cuando dejen de blandir los estandartes de ocasión y entonces solo permitas que el murmullo del pino y del viento, de la nieve y la montaña, sean quienes acompañen tu soledad imperial
9 agosto 2008
Reyno caído.
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