Me olvidé de cerrar con llave. Norah entró tan impertinente como siempre. De pronto detuvo su impostado andar felino cuando algo le hizo ver el momento exacto en que su insolencia se apoderaba invariablemente de mi atención. Me declaro vulnerable hasta las piedras que arrastro en mi alma y maleable como el acero podrido de su mugre, así me desnudo: de sal y de fuego frente a ella. Sabe que es portadora de un envenenado encanto natural que su sola presencia logra manipular el aire que respiro y no dudó ni un instante en arrojarme su más cínica mirada. Sentí que sus penetrantes y ulcerantes ojos me tocaban, me empujaban, me devoraban. Sin escape, impotente por convicción, me rendí sin disparar. Y gané lo que perdí.
–Come away with me…. - y me ofreció su copa marcada de borratinta, rouge y odio.
–Come away with me…. - y me ofreció su copa marcada de borratinta, rouge y odio.
-Syrah o nada! - buscando la nada.
-Ya no soy Norah, idiota - redunda en su soberbia.
-Lamento decirte que nunca lo fuiste - le dije pisoteándole la sombra gris.
El rojo brota, fluye, mana, abunda, satura. Y fue vino, sangre y fuego.
Come away whit me…. No acepté la invitación, ya no.
Come away whit me…. No acepté la invitación, ya no.
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